DESAPARICIÓN DE LOS DINOSAURIOS

 

La desaparición masiva de especies que tuvo lugar hace 64 millones de años, (finalizando con el Cretáceo (Mesozoico), apareciendo un nuevo período geológico, el Terciario, y una nueva era, el Cenozoico) fue un proceso progresivo, no rápido.

Poco antes del final del Cretáceo hubo un período de declinación entre los dinosaurios, pues había disminuido apreciablemente su variedad (el número de especies diferentes): los ictiosaurios marinos perecieron antes del final de este período, y es posible que los plesiosaurios fueran desapareciendo en los mares cada vez más fríos, antes de la desaparición de los últimos dinosaurios en tierra.

Estas pérdidas en la parte superior de la cadena alimenticia marina reflejan la desaparición de la base de plancton.

Las amonitas, cuyas conchas ornamentales en espiral habían dominado las rocas primitivas, también estaban sufriendo una reducción de su diversidad antes del final, aunque el ritmo de extinción se incrementó drásticamente hacia el final de éste período. Existe un paralelismo sorprendente entre la pérdida progresiva de las amonitas marinas y la disminución de la variedad de los dinosaurios en el Cretáceo tardío.

Sin embargo, queda explicar la extraordinaria aceleración del proceso de extinción en su fase final, ¿por qué ocurrió esta aceleración? ¿y por qué le ocurrió a tantas criaturas no emparentadas de forma casi simultánea, creando una aparente crisis global? ¿Hubo un período de frío efímero pero grave hacia el final del Cretáceo que tuvo como resultado la creación de un fuerte gradiente entre el ecuador y los polos y el desplazamiento de las regiones tropicales situadas más al Norte hacia la zona templada, tal como atestiguan el plancton y las coníferas? ¿Se estableció un fuerte gradiente diario con una aguda caída de las temperaturas al anochecer? Las plantas deciduas con flores son una prueba de que las estaciones estaban bien constituidas hacia el final del Cretáceo. Por tanto, ¿se hicieron los inviernos cada vez más fríos?

Los reptiles terrestres que compartían el final del Cretáceo con los dinosaurios nos serían familiares: los cocodrilos tenían un aspecto moderno; prosperaban las iguanas y los monitores; había serpientes, aunque raras; incluso algunas de las tortugas que vivían en los mares, del Cretáceo tardío, tienen actualmente descendientes vivos. Todos sobrevivieron, mientras que una gran variedad de tipos de dinosaurios (ceraptósidos, anquilosaurios, hadrosaurios de pico de pato, tiranosaurios, dromeosaurios, celurosaurios y otros más) desaparecieron simultáneamente. ¿Qué diferencia a los dinosaurios de los reptiles?.

La solución podría ser que, como sabemos, los reptiles son de sangre fría, mientras que los dinosaurios eran probablemente de sangre caliente: al descender la temperatura por debajo de un grado óptimo, los reptiles disminuyen agudamente su índice metabólico, pasando a un estado de letargo y finalmente al de hibernación; permaneciendo vivos incluso a temperatura ambiente por debajo del punto de congelación, como lo hacen hoy día.

Sin embargo, los dinosaurios eran incapaces de hibernar, pues eran demasiado grandes (pocos pesaban menos de 50 kg y algunos alcanzaban las 80 toneladas) y su endotermia (sangre caliente), factor que significó su éxito durante 150 millones de años, hacía que tuviesen que mantener una temperatura interna constante para permanecer con vida, pues no poseían aislamiento contra el frío: posiblemente, en un principio, los dinosaurios fueron capaces de generar suficiente calor para permanecer calientes, pero cuando las estaciones se hicieron más marcadas y las heladas se convirtieron en un suceso habitual cada año, incluso en latitudes bajas, estos murieron "congelados".

Los pterosaurios alados plantean un problema completamente diferente: eran peludos y de sangre caliente como los mamíferos, pero perecieron con los dinosaurios. Su extrema especialización fue su perdición, pues, el gradiente de temperaturas entre los polos y el ecuador alteró la fuerza de los vientos del Oeste y vientos alisios. Un incremento de sólo 16 km/h de los vientos predominantes sería demasiado tempestuoso para estos seres, haciendo que perdieran el control. Además, los pterosaurios se encontraban con otro gran problema, el suministro de alimento era cada vez más escaso, pues, al ser carroñeros, la desaparición de los dinosaurios produjo su propia desaparición.

 

 

RESUMEN: Hace aproximadamente unos 64 millones de años se produjo uno o más hechos que provocó el final del orden mundial mesozoico, cerrándose uno de los capítulos más importantes de la Historia de La Tierra. A pesar de existir grandes desacuerdos en las causas, hay unanimidad respecto a la brusquedad de los acontecimientos: sea cual sea la naturaleza de estos tuvo proporciones cataclísmicas, pues destruyó a todos los animales terrestres de tamaño grande y mediano, junto a la interrupción de la vida marina.

Sin embargo, a pesar del cataclismo final, ya existía una merma física en los individuos de las diferentes especies que poblaban la Tierra al final del Cretáceo. Así, Heinrich Erben, del Instituto de Paleontología de la Universidad de Bonn, en los últimos años ha estado examinando las cáscaras fosilizadas de huevos de los dinosaurios de finales del Cretáceo, midiendo su grosor en diferentes estratos y registrando las tendencias: los huevos de los estratos más antiguo (estrato superior de Maastricht) poseen cáscaras gruesas, de hasta 2,5 mm, perfectamente aceptables para huevos de gran tamaño; pero los estratos más jóvenes contienen cáscaras cada vez más delgadas. Esto puede explicarse como consecuencia de un período de estrés breve pero continuado, hecho que se observa en las aves actuales. Finalmente, las cáscaras pueden ser tan delgadas que se rompen o no tienen suficiente calcio para que, tras ser absorbido por los embriones, puedan crear sus esqueletos.

 

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